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Esta es un historia que me gusta mucho contar porque es un evento muy curioso en la humanidad que, a manera de fábula, nos ayuda a entender que las cosas rara vez son lo que parecen y que también, como en la famosa Navaja de Ockham, la respuesta más sencilla es generalmente la respuesta correcta. Sin más rollo, les platico que en el siglo XVI, el viejo continente se vio envuelto por una epidemia muy extraña que causó un verdadero pandemónium. Un dia ibas caminando por las verdes veredas de los campos donde vivías, comiendo un pan y bebiendo un vino, y al día siguiente empezabas a alucinar, te ponías errática y agresiva y perdías el control de tu cuerpo; en ese momento eras considerada una bruja y por la fuerza te ataban y te llevaba a la plazuela para quemarte… El papa Inocencio VII, desde los aposentos de su palacio, decidió publicar la bula papal, (algo así como las órdenes ejecutivas de Trump) Summis Desiderantes Affectibus, donde facultaba y exigía a la inquisición a apresar a todas las personas que se creyera estar poseídas por el mismísimo chamuco y en juicio sumario mandarlas a la hoguera. A este Inocencio que no tenía nada de inocente, le bastaba con que te diera un resfriado y hablaras con la voz más grave para acusarte de estar poseída y de ser bruja y darte cuello… en nombre de Dios, claro.
Y bueno lo que pasaba es que en la edad media, no tenían mucho conocimiento del mundo fungi y no sabían que había un hongo que le salía al centeno cuando se almacenaba mal, (curiosamente el pan de centeno es negro, y era el que consumian la gente más pobre, mientras el pan blanco, de trigo , era el pan de los malditos burgueses) este hongo, a diferencia de nuestro hermoso huitlacoche, sí es alucinogeno y sí ponía a la gente de aquella epoca a hablar con el diablo o con una piedra o con la nada. Además causaba una infección muy fuerte en la piel, que gangrenaba las extremidades de quienes se infectaban. Cuando esto último pasaba, se le llamaba, el fuego de San Antonio, pues evidentemente pensaban que era una pelea de ángeles contra demonios la que tenía como campo de batalla el cuerpo del infectado. Entonces, conociendo todos estos síntomas y desconociendo todo lo demás, y creyendo que existía un diablo que tenía lugartenientes en la tierra para hacer sus fechorías, el inocente ese dijo, quémenlas a todas… Y las quemaron… Las clases altas, como la clase papal, pues nunca tuvo ningún problema con estas infecciones porque como les comenté antes, ellos acostumbraban más el pan blanco, de trigo.
Esta enfermedad se llama ergotismo y ahora en estos días se trata con antifúngicos y no te mandan a la hoguera, puedes comer pan de centeno con tranquilidad, o si te quieres pegar ese viaje, pues hazlo con LSD porque ¿qué crees? sí, el LSD se sintetizó a partir de los alcaloides de esté hongo llamado cornezuelo…
Para todo el mundo era más sencillo pensar que estas personas según poseídas, solo estaban enfermas, y pensar así era lo correcto; lo más difícil era pensar que había una divinidad benigna y otra maligna y que ambas se disputaban en la tierra las almas de los seres humanos, y que había emisores de ambos que estaban en el mundo peleando y que poseían cuerpos de personas desprevenidas y con TDHA y que era necesario quemarlas y que bla bla bla… Obviamente la humanidad decidió la segunda opción, y la navaja de Ockham, solo pudo ser probada 400 años después que nos dimos cuenta que no eran posesiones demoníacas, sino solo el hongo del centeno, el cornezuelo, lo que las ponía patas para atrás y con los ojos volteados gritando cosas al vacío…
Adiós.